Recogió con su agilidad característica su móvil y su maletín lo alojó en su regazo derecho en dos movimientos, dando a su vez los últimos sorbos del té medio frío que aun le quedaba en la taza.
En el momento que agarró el pomo de la puerta de entrada recordó que había olvidado las llaves. Dio media vuelta sobre su talón  izquierdo en un gesto rápido y saltó de un brinco hasta el sofá del comedor situado a escasos metros.
«-Aquí estás, de mi no os escapais! -gritó con energía arrolladora.»

Ya en el tren sacó de su  cartera la foto de su padre. Con una sensación de tranquilidad y paz la observó unos minutos y volvió a guardarla. Inspiró profunda y suavemente medio sonriendo y miró por la ventana, las montañas a lo lejos y los edificios imponentes de la ciudad, contrastando con humildes casas de familias que habían  aguantado firmemente la evolución industrial de la ciudad y se mantenían alli durante décadas. El gesto de su cara se cambió completamente, dando lugar a una sensación de incertidumbre, cuando le vino a la cabeza aquella chica tan mona. Debía tomar una decisión lo antes posible dado que la agencia le había dado un últimatum. Tendría que tomar una decisión antes de fin de mes. Pero para ella, era una decisión importante en su vida y no podia tómarsela tan rapidamente.

Cinco minutos después, el tren se paró. Había llegado a su destino como de costumbre y casi se le pasa con tantas cosas en la cabeza.
Esquivando a la gente y disculpándose con una mueca de perdón, consiguió salir de aquella lata de sardinas airosa y puso dirección a las oficinas de la Interpol en China.

Saludó al tendero del mercado, Yuan, del barrio, al que siempre solía comprarle y llegó por fin, puntual como siempre. Allí sonrío a su colega Wang, en la puerta de seguridad, sacó su carnet y lo pasó por el artefacto de reconocimiento, para poder acceder a las instalaciones.

Cogió el ascensor, que estaba completamente vacío por suerte dado que siempre estaba hasta los topes y llegó a su departamento.
En su escritorio había una carpeta amarilla cuyo nombre en clave era S.I.N. Al parecer se trataba de nuevos casos de desapariciones y datos sobre una organización llamada S.I.N además de una extraña secta. Y de nuevo, noticias sobre aquella chica cuyo nombre al parecer era Juri, pero no había demasiada información sobre ella, era como un fantasma, como si realmente no existiera.
Pero lo que más le preocupaba era su relación con la antigua Shadaloo. Sería posible que tuviera algo que ver con las nuevas desapariciones en la zona?

Su rostro se torno de inquieto cuando de pronto hizo aparición su superior informándole sobre todo aquello.

«-Chun li, has podido mirarte algo sobre lo que te he dejado encima de la mesa? -comentó pausadamente-.Tenemos más casos de desapariciones, y otra organización está cogiendo fuerza estos días…»

«-Sí, parece que tenemos otra Shadaloo entre nosotros… -contestó en un gesto de irritación y golpeando su puño sobre la carpeta.»

De pronto, su compañera medio tropezándose con una papelera, consiguió llegar hasta ella para darle una caja.

«Esta mañana ha llegado esta caja roja para ti… -comentó de forma socarrona -.No será de algún admirador secreto..?»

Recogió el paquete dejando ver sus mejillas enrojecidas y su morro airado, y sacando a su compañera la lengua de forma burlona.

Abrió la caja y se encontró con una rosa roja y una pequeña carta al lado. Cuando la abrió se percato que había restos de sangre en ella. Y en ella una nota que decía:
«Quiero ver esa hermosa carita de ángel de nuevo. Cómo yo, desde luego tu padre estaría encantado de volver a verte…»

«- ¡Vega! -chilló a pleno pulmón.»

El resto del departamento enmudeció de golpe.

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