El rio que se posaba ante sus ojos fluía muy lentamente formando pequeños charcos aquí y allá, diminutos riachuelos que seguían a duras penas por un canal de barro agrietado por el sol.

Hace unos años había un caudal más abundante y rico. Aunque nunca fue suficiente para mantener a la población dado que aquella región necesitaba agua y comida y cada vez había menos víveres de un tiempo hasta ahora. Almenos antes podían subsistir pero ahora era una odisea hacerlo. Cada dia morían personas por enfermedades o hambre, era horroroso.

Cerró sus párpados lentamente y sentose con las piernas cruzadas en posición de loto, delante de aquellos surcos de agua amarronada, donde estuvo unas cuatro horas, intentando ralentizar sus pensamientos preocupantes que iban y venían y que no cesaban últimamente, de hecho, habían aumentado considerablemente.

A veces tenía pesadillas que le despertaban a media noche y solían ser siempre del mismo tipo. Se trataba de una figura oscura de ojos rojos medio achinados y brillantes y una sonrisa jocosa y amplia.

Lo más preocupante era ese chi malefico que desprendía ese ser, que se cernía sobre el poblado, llenándolo todo de dolor, destrucción y angustia.

Era como una corazonada dentro de sí, quizá lo que últimamente veía ante sí, a su alrededor, tenía algo que ver con aquellos horribles sueños.

Aquella organización estaba haciendo estragos poco a poco, iba tejiendo sus redes de forma lenta pero progresiva por diversas regiones del sudeste asiático.

Pasaron las horas y él aun se hallaba allí, atento a sus emociones, sin juzgar lo que pasaba dentro de si, solo dejando pasar el tiempo como hacia a diario, visualizando, hasta acabar con esa oleada de imágenes preocupantes que su mente no dejaban de proyectar una detrás de otra.
Ultimamente parecía costarle mas de lo normal llegar a calmarse, quizá era el momento de sacar alguna conclusión y actuar.

No podía quedarse asi, de brazos cruzados, dejando pasar el tiempo, sino hacer lo que estuviese en su mano para ayudar a su poblado y a su esposa Sally e hijo Datta.

Había demasiada pobreza y gente enferma y él si es cierto que ayudaba a amainar ciertos dolores espirituales y mentales y algun que otro dolor físico a las personas, pero sabía que no tenía las herramientas necesarias para curar ciertas enfermedades. Necesitaban la ayuda de médicos especializados, porque las ONG estaban casi colapsadas y hasta los topes.

Tenía que tomar una decisión pronto y no dejar pasar el tiempo más, era el momento quizá de visitar tierras lejanas para solucionar en lo posible aquella situación.
Había oido hablar de un torneo donde se congregaban los mejores luchadores en sus disciplinas y a él aunque su propia ética le decia que no en esta ocasión era necesaria una actuación urgente si no queria seguir viendo a su gente en aquella situación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *