Era justo lo que esperaba. La evolución de su hermano había sido considerable desde su último encuentro. Aunque él no había querido seguir los pasos de Gouken, admiraba y envidiaba en cierta manera su personalidad y su fuerza interior, contraria a la que había desarrollado él mismo con esfuerzo y tesón. 

Lamentablemente, Gouken seguía los pasos de su maestro, a quien en algún momento él admiró. Pero ese camino lo debilitaba como un próspero luchador, cosa que él detestaba. Estancarse era parte de una caída segura hacía el fin como guerrero respetable.

Desafortunadamente era inevitable el destino fatal de su profesor, ya que él debía y necesitaba cuestionar las artes limitadoras que enseñaba Goutetsu para demostrar tanto a él como a su hermano de que estaban equivocados y sus técnicas eran arcaicas y poco potenciadoras. Les impedían aumentar su energía.Aquél fátidico día, cerca del Dojo logró superarse a si mismo, derrotando y acabando con la vida del que fue su mentor. No le dejó otra opción, era él o Goutetsu y no podía permitir que su honor se pusiera en entredicho.
Aunque en el fondo de su ser, Gouki reconocía dentro de si una fuerza inconmesurable que le impulsaba a desarrollar su poder de forma antinatural y descontrolada. Ésto le preocupaba en ocasiones, no obstante, en cierta manera, no le prestaba demasiada atención ya que se había convertido en el ser más poderoso por lo menos hasta lo que alcanzaba a observar sus sentidos y su ego, hasta la fecha.

Pasados unos cuantos años, y después de lo sucedido con su familia hasta entonces, esperaba con ansiedad el nuevo encuentro con su hermano y no había duda de que aquél día se estaba aproximando. Había notado también la evidencia de algunos luchadores en torno a su hermano, que también le empezaban a llamar la atención. Se trataba de sus pupilos y era importante prestar atención al desarrollo de aquellos dos jóvenes. Estaría al corriente y los vigilaría de cerca ya que notaba un poder en uno de aquellos dos muchachos que denotaba un gran potencial. No podia dejar de lado todo eso porque podría ser su perdición y eso no lo debía permitir nunca.

Seguiría entrenándose para evitar caer en el error de considerarse imbatible, y derrotar a cualquiera que se le pusiera por delante. Su fuerza interior demandaba permanente mejoras y sólo quería más y más. Para él nada era suficiente y siempre habría que progresar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *