Y en un último impulso giró sobre si mismo para asestarle un golpe con su pierna izquierda, girando verticalmente cual helices de un ventilador.
Los ojos de aquel animal sin escrupulos se voltearon unos segundos para luego quedar ligeramente desconcertado. Sólo percibía una sombra oscura cayendo ante si a gran velocidad…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *