En su largo camino de regreso al Dojo se encontró ante una enorme cueva pedregosa y oscura con una amplía entrada, cubierta tras un manto de agua que caía desde lo alto de la montaña de forma intensa e incesante. Al fondo, quizá a un kilómetro, una pequeña luz rojiza se cernía sobre la intensa negrura salvaje de aquel lugar.
Curioso y con una corazonada se adentró cauteloso en su interior con el propósito de explorar un poco que mal se cernía allí adentro ya que desprendía un chi negativo muy intenso.
Aun así y sabiendo que podría albergar algún peligro insólito dentro quería saber de donde provenía aquel mal. Desde luego no era de ningún animal de la zona eso estaba claro, la mayoría de ellos no desprendían esa energía tan extraña.

El murmuro del aire viciado que entraba serpenteando por las paredes y huecos del rocaje parecían decirle algo.

A lo lejos, se oían el sonido ronco y antinatural de algo que le estremecía de alguna forma. Se escondío tras unas rocas para ver de que se trataba aquello. Una sombra oscura tapaban una pequeña llama de una hoguera casi extinta.
Aquel sitio parecía tratarse de una especie de lugar espiritual donde abundaban enormes y  siniestras figuras de piedra rodeadas éstas con un puñado de velas medio apagadas.

Pero aquella sombra delante de si, desprendía un calor rojizo y maléfico. Algo en su espalda brillaba con intensidad pero no alcanzaba a visualizar de que se trataba.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *